Y ahí estaba ella
Con la sonrisa de siempre
Con esa mirada dulce
Tan fuerte
Tan brillante
Tan bella
La habían roto, fragmentado
La habían decepcionado, olvidado, negado
Tantas veces
Y ella era tan suave después de todo
El dolor no me la cambió
Ni dejó de hacer brillar esas bonitas pupilas
Ella no odiaba, ni un rastro de rencor
Y yo la admiraba
Era tan alegre
Y yo la admiraba por la fuerza que tomaba su mundo roto
Y lo abrazaba,
Logrando juntar los pedazos por si misma
Y era necia,
Necia como ninguna.
Creía en el amor, a pesar de tantas heridas
Ella necia, bellamente necia
Y yo la admiraba
Su valor con la cual enfrentaba la vida
Su cariño sin nada a cambio
Y yo la admiraba,
Ella era parte de mi libro.

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