Mis compañeros, los grandes jueces que me sometían día a día
Aún recuerdo el viejo rincón y como pateaba la niñez
Recuerdo bien las paredes del auxilio ahogado
El recreo. ¿Cómo olvidarlo?
La emboscada perfecta en el baño
Los escupitajos, ácidos y críticos
¡Bendita campana!
Pero el cuarto de hora de masacre, no eran suficiente
Siempre continuaba "A la salida".
Y el terror me seguía a casa, se ocultaba entre mis redes sociales y unas cuantas publicaciones
La insostenible vida,
De ser juzgado y humillado
Y nadie te escucha,
La voz entre cortada por tus lágrimas, muere ahí
En mi salón, en el gran cuarto de la burla

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