Él creía que robando un corazón, sería dueño de este.
Él creía que la magia podía usurparla,
Entonces ella apareció, lo miró a los ojos.
Ella tan gris como antes, con sus ojos cafés y las ojeras de otoño.
Ella lo golpeó, le hizo ver el suelo.
Le arrebató el corazón robado, lo pateó y apuñaló.
Lo abofeteó tres veces, y lo llamó cobarde.
Ella le arrebató los ojos, los estrujó sin piedad.
Ella era luz pero no piedad.
Él era dulce, pero no bondad.
Y ellos siguen aquí.
Él robando corazones, y ella recordandole cuan insignificante siempre será, por su falta de amor a si mismo.

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