Terminé enamorándome.
Después de haber insultado y blasfemado a cupido,
después de haber escupido a cupido en su propia cara.
Luego, después de haberme burlado de los tortolitos enamoradizos, terminé hechizada por ese sentimiento furtivo que violento mi corazón con la misma rudeza mía.
Terminé siendo domada.
Y aunque suene irónico, soy feliz.
Muy feliz.Perdón y gracias, cupido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario